PENSAMIENTO PRIMITIVO

La primera etapa de la humanidad se caracteriza por el pensamiento arcaico o primitivo. Surge cuando el hombre capta que es impotente frente a ciertos hechos o fenómenos de la naturaleza que indudablemente lo superan. Los truenos, las tormentas, los rayos, los terremotos, los cambios climáticos le resultan incomprensibles. Entonces genera en su mente la noción de fuerza, de influencia externa. Estas fuerzas externas no pueden ser dominadas por él y para explicarlas debe creer en la existencia de poderes. En esta etapa del pensamiento primitivo o arcaico, el hombre acepta qué cosas puede hacer y qué cosas son producto de esos poderes. La fuente de este límite es el miedo originado por los fenómenos que no puede manejar y los atribuye a poderes. Éstos, personificados, van a crear la idea de los dioses y de la fuerza de los dioses.
El hombre personifica los miedos para hacerlos más asimilables. No se le ocurre ponerse frente al poder, está debajo del poder de los dioses que gobiernan la naturaleza y que no comprende. Esta noción de gobierno —de que las cosas están de alguna manera regidas por algo— es la génesis de la idea de que existe un orden y de que alguien está manejando ese orden. Las tormentas, los terremotos y todos los fenómenos naturales no son hechos naturales per se, sino que el hombre necesita un esquema de explicación. Y nace entonces este tipo de pensamiento.
Esos fenómenos los atribuye a poderes y encontramos aquí la génesis de la idea de Dios. Algo que está por encima de él, algo que no puede dominar: ésa es la idea básica del pensamiento primitivo y la aceptación lisa y llana de los poderes suprahumanos.

Pensamiento mágico

Hacemos una división entre pensamiento primitivo y pensamiento mágico, porque el pensamiento mágico significa un paso fundamental en el desarrollo del pensamiento abstracto, tan o más importante que el pensamiento racional. Es ir de la impotencia al intento de dominio. Aquí existe una de las génesis de la megalomanía humana basada en la voluntad. El hombre intenta dominar estos poderes, estas fuerzas, para conseguir un beneficio para sí.
En el pensamiento mágico es fundamental el quién, el dónde, el cómo, y el cuándo.
El "quién" es básico. Cualquiera no puede tener la capacidad de manejar los poderes, debe ser alguien especial de la tribu, el chamán, el hechicero, que maneja las fuerzas del bien, o el brujo que maneja las fuerzas del mal. Hay una persona elegida que se para delante del resto y le dice "Yo soy", o el resto lo elige a él porque recibió la señal de que era el agente intermediario entre el hombre y los poderes.
La manera con que se ejerce el poder requiere de un rito, el "cómo", que es una manera especial de invocar a estos poderes. También interesa el "dónde", porque los ritos se llevan a cabo en un lugar especial. No en cualquier lugar, no en cualquier momento. Los ritos sagrados siempre tenían su lugar y su época (el "cuándo").
El pensamiento mágico tiene tres características, estudiadas por la lógica:
  1. Es global, no descompone los puntos constituyentes del todo;
  2. Es por apariencia, no por esencia, y
  3. Se fundamenta en dos principios:
    1. Principio de semejanza externa: dos cosas parecidas morfológicamente están dotadas de las mismas propiedades.
    2. Principio de proximidad: dos cosas próximas entre sí se influencian adquiriendo las mismas propiedades.
El principio de semejanza existe en todas las culturas primitivas, como por ejemplo con el tótem que reproducen una imagen a la que atribuimos poderes.
Una de las primeras ideas acerca de la enfermedad: si lo bueno y lo malo venían de afuera, el enfermarse, la etiología, la causa de la enfermedad, también debía venir de afuera. Es una de las concepciones que tenemos acerca de la enfermedad.
El pensamiento arcaico tiene sus reglas primarias: todo aquel que transgrede las reglas puede hacer "enojar" o "provocar la ira de los dioses", y es castigado con la enfermedad o la muerte. En el caso del pensamiento religioso ya está estructurado lo que es la creencia, cómo se debe creer, los preceptos y la doctrina.
Ésa es la idea directriz: que la enfermedad viene de afuera, el ser humano es un ser pasivo que recibe esta fuerza negativa y la padece. Entonces la terapéutica tiene que ser exactamente al revés: realizar aquellos ritos que puedan calmar a los dioses (purificaciones y ayunos donde había un sufrimiento del cuerpo), o el sacrificio de un animal en el que se colocaba todo lo malo y se lo ofrecía a los dioses (chivo expiatorio). Un sacrificio para que el dios se calmara y devolviera la salud o favoreciera la cosecha, etcétera. O bien lo que ahora se conoce como hacer una promesa o llevar alguna ofrenda.

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